No puedo decir que estoy enojado. Desde hace años tengo una extraña sensación de incredulidad. He vivido, descubierto, construído un par de artefactos. Pero por sobre todo, he soñado. He despertado, me he levantado de la cama después de una extraña pesadilla que mi mente puede reconocer como algo real y el mundo ha cambiado. Al prender el televisor he caído en la cuenta de que el mundo ha cambiado a comok lo recordaba. Promesas se han roto. Las personas que conozco y respeto, que hacían el mundo más digno, han desaparecido. Una extraña sensación de vivir en un mundo extraterrestre me embriaga. Entumece. Han nacido nuevos mercados. Servicios y productos que antes daba por regalos del progreso.
La interfaz parpadea enfrente de mi ojos. Las máquinas. Engendros que he aprendido a querer a mi manera. Sus posibilidades se extienden enfrente de mi ojos. Un conjuro. El sonido de las teclas definiendo las condiciones. Tal vez si camino un poco más lento, pueda sincronizar mi corazón.
La programación es una abstracción pero funciona. Eso es un extraño fenómeno.