Sueño con terrorismo. El terrorismo es el camino de la revolución. Sueño con venenos de toda clase. Venenos para anular a mis enemigos. Venenos cuyo efecto secundario es provocar orgasmos. Venenos que me llevan a mí y mis enemigos al hyper-espacio. Sueño con el tejido de la realidad, la materia y sus manifestaciones en la conciencia. No existen más que demonios. De control o libertad. En miles de frentes distintos cruzando el universo, un sinnúmero de guerras interconectadas se llevan a cabo. Y en esta realidad crecemos todos, los niños. Sueño con la dulce boca de un niño. Diminuta y carnosa. Sueño con una colección y un sótano. En trofeos y mascotas. Sueño con ketamina y cocaína. Soy el crimen y la pesadilla, la oscuridad de la noche. Los apetitos insaciables. El deseo de carne. Sueño con una van en la oscuridad. Sueño con secreciones. Con restos. Hace años quemé mis receptores de dopamina. Cada vez necesito más.
Es posible que sea un tren, siempre a un segundo más cerca de chocar. Ahí están los rieles. Funcionan. Han servido bien a su propósito durante más de doscientos años. Una obra bien lograda de ingenieria.
Hay días en los que deseo distopía ciberpunk. Eternos días nublados. Quizás debido a un sistema climático irreparablemente dañado, donde la vida todavía se abre paso. Donde puedo transportar mi conciencia a un sistema simbólico basado en el silicio y puedo invadir las mentes de otros como un parásito. Donde gano el salario mínimo y todavía puedo sobrevivir con el mínimo en la cámara de una cápsula de hotel. Donde los únicos colores existentes son el blanco y negro porque cualquier sistema de camuflaje es inútil. A veces alucino con drogas sintéticas de fácil acceso, bajo costo y altamente efectivas, incluso a cambio de destruir el hígado o el sistema neurológico, lo que importa si con un golpe o dos puedo instalar uno nuevo. ¿Por qué no convertirse en un dios hecho de metales pesados? Cambiar mi falo y mi cara por un cañón L7 de Royal Ordnance y un M60 con balas perforadoras de armadura. Mi lengua puede ser también la de una serpiente, que libera todo tipo de alucinógenos y afrodisíacos sólo para ti.
Nuestra realidad actual en el ciberespacio es similar al de una jungla. Impulsos sexuales dan paso a cultos entre nodos sociales y electrónicos, donde niñas de series animadas de los 90s son las venus del siglo XXI. Pequeñas oscuridades se asoman para recibir aire, asomándose mientras dormimos por todos nuestros orificios. Somos los monstruos del futuro.
El futuro es hyper-capitalismo. Nosotros somos lo espectadores, si tenemos la suerte de vivir hasta el punto de no retorno. El hyper-capital es sobre dinero, deseos y memes. Memes tal y como la idea fue concebida originalmente, unidades de sentido. Luego, la voluntad de poder impresa en la realidad a través de la arquitectura que se levanta a través de la materia gris y los músculos de la humanidad. Quizá no hay más que decir. A veces salgo al exterior y puedo ver lo que se levanta delante de mí. Vida y rutina. Vidrio, acero y hormigón. Un ascensor que no se puede comandar desde adentro.
Tengo hambre por matar. La carne y su grasa estimulan mi boca. Puedo disfrutar en silencio. El cuchillo es mi arma preferida. Pequeña. Portátil. El deseo de un objeto. Un producto. Un kit de pequeño bastardo para operaciones de sabotaje. El cartero de la posguerra. Un sueño que claramente no debería existir, y su proyección en la realidad que necesita una goma .
I dream of terrorism. Terrorism is the path of revolution. I dream of all kinds of poisons. Poisons to nullify my enemies. Poisons whose secondary effect is to provoke orgasms. Poisons that take me and my enemies into hyperspace. I dream of the fabric of reality, matter and its manifestations in consciousness. There are only demons. Of control or freedom. On thousands of different fronts across the universe, countless interconnected wars are waged. And in this reality we all grow, the children. I dream of the sweet mouth of a child. Tiny and fleshy. I dream of a collection and a basement. In trophies and pets. I dream of ketamine and cocaine. I am the crime and the nightmare, the darkness of the night. Insatiable appetites. The desire for meat. I dream of a van in the dark. I dream of secretions. With remains. Years ago I burned my dopamine receptors. I nested more and more.
It may be a train, always a second closer to colliding. There are the rails. They work. They have served their purpose well for more than two hundred years. A well-achieved work of engineering.
There are days when I want cyberpunk dystopia. Eternal cloudy days. Perhaps due to an irreparably damaged climate system, where life is still breaking through. Where I can transport my consciousness to a symbolic system based on silicon and invade the minds of others like a parasite. Where I earn the minimum wage and can still survive on the minimum in the chamber of a hotel capsule. Where the only existing colors are black and white because any camouflage system is useless. I sometimes hallucinate with easily accessible, low-cost and highly effective synthetic drugs, even in exchange for destroying the liver or the neurological system, which matters whether with a hit or two I can install a new one. Why not become a god made of heavy metals? Replace my phallus and face with a Royal Ordenance L7 cannon and an M60 with armor-piercing bullets. My tongue can also be that of a snake, which releases all kinds of hallucinogens and aphrodisiacs just for you.
Our current reality in cyberspace is similar to that of a jungle. Sexual impulses give way to cults between social and electronic nodes, where girls from animated series of the 90s are the venus of the 21st century. Small darkness peeks out to receive air, peeking out as we sleep through all our orifices. We are the monsters of the future.
The future is hyper-capitalism. We are the spectators, if we are lucky enough to live to the point of no return. Hyper-capitalism is about money, desires and memes. Memes as the idea was originally conceived, units of meaning. Then, the will of power printed in reality through architecture that rises through the gray matter and muscles of humanity. Perhaps that's all there is to say. Sometimes I go outside and I can see what rises up in front of me. Life and routine. Glass, steel and concrete. An elevator that cannot be controlled from the inside.
Tengo hambre por matar. La carne y su grasa estimulan mi boca. Puedo disfrutar en silencio. El cuchillo es mi arma preferida. Pequeña. Portátil. El deseo de un objeto. Un producto. Un kit de pequeño bastardo para operaciones de sabotaje. El cartero de la posguerra. Un sueño que claramente no debería existir, y su proyección en la realidad que necesita un preservativo en el pene .
I'm hungry for killing. The flesh and grease stimulates my mouth. I can enjoy the silence. The knife it is my favorite weapon. Small. Portable. The desire of an object. A product. A little bastard kit for sabotage operations. Post-war postman. Clearly a dream that should not exist, the projection on reality that needs a rubber.